domingo, 8 de septiembre de 2013

sexto mes - escorpiona, superwoman y el padre más apañado del mundo

Aquí estoy, a punto de ponerme al día con mi diario de campo de pole dance. Mi sexto mes practicando pole fue agosto. Un mes raro, porque hay vacaciones y horarios locos. Tenía diez días de vacaciones, así que no me apunté a las clases regulares de una vez por semana. 

La gran novedad de agosto fue...¡que mi padre me puso una barra en el patio! Claro, del patio de la casa que tienen en el campo...a 50 km de donde yo vivo :) por lo que no puedo disfrutarla todo lo que quiero, pero aún así ¡madre mía! Fue como un súper regalo de reyes. Es que mi padre es el hombre más habilidoso y mañoso que conozco. Sabe hacer de todo, es como Mac Iver, no exagero.

La cosa empezó porque tiene un leñero en una parte del patio. Lo que sostiene la estructura del leñero son dos puntales de obra. Fui un fin de semana, y miré los puntales como nunca antes los había mirado. El pole te cambia la visión: vas buscando (y encontrando) barras por todas partes. El puntal era perfecto. Fue agarrarlo y saberlo. Me marqué una mariposa ante mi familia y mi padre dijo 

-Pues esa barra te la consigo en cualquier desguace, mujer. 

-¿¿¿En serio, papá??? ¿En serio en serio en serio me pondrías una barra? 

-Sí, hija, ¿así, de ese grosor? Pues claro. Es una barra muy normal. De unas que son de altas presiones, eso sí, que son tan gruesas por dentro que prácticamente son macizas, ¿sabes? eso no se va a tronchar ni aunque os subáis tres. Yo te la consigo.

Lo dijo y lo hizo. Unos días después fue a un desguace y dice que la vio según entró: la barra perfecta. Tres metros y medio de barra por la que le cobraron (al peso) cuatro míseros euros. Cuatro. Uno, dos, tres y cuatro. Por lo que cuesta un paquete de tabaco, mi padre me consiguió una barra. Yo es que le adoro. Siempre ha sido así. 

Quitó una baldosa del patio, excavó un agujero de casi un metro (a punto de reventar una tubería inoportuna, pero no ocurrió), lo llenó de hormigón con la barra en medio y la lijó, le dio dos capas de pintura blanca y quedó como la barra de mis sueños. Hasta me puso una carpa de lona alrededor, que no sólo queda preciosa, es que me resguardaba del sol de agosto. Lo sé, tengo un padre que no me lo merezco.

Esto fue justo antes de mis diez días de vacaciones, que iba a pasar allí. Así que os podéis imaginar: fue llegar y hacerme un intensivo. Con tantas ganas que el primer día me había levantado dos callos en la mano, y durante varios días tuve que tirar de esparadrapo, de pensar NO HAY DOLOR, y de practicar con la mano menos hábil, que es buenísimo pero en clase da pereza, porque hay que aprovechar el tiempo lo máximo posible y yo prefiero aprovecharlo en aprender cosas nuevas con la mano hábil, que ya me cuesta lo mío...y luego ya me encargo yo de practicar con la otra en otro momento.

La verdad, fue muy provechoso. Descubrí una nueva dimensión de felicidad. Salir a entrenar por la noche, con el fresquito, rodeada de jardín, en el campo, a mi ritmo. Me daban ganas de llorar de alegría. No tengo esa posibilidad en mi casa pequeñita de Madrid. No cabe una barra. es así. Hay que asumirlo. Sólo si saco la cama, vacío mi habitación, y duermo en el sofá cama del salón. Una puta locura que de momento no me planteo. Pero allí lo disfruté mañana, tarde y noche. 

Estas fotos me las hizo mi hermano, que es un crack. Así, en general. 


Escorpio en agosto. Ya lo hago con mucha seguridad y me agarro el pie sin titubear. Sigue siendo una de mis figuras favoritas. Debe ser porque es mi ascendente :)


El Superman. No es que esté perfecto, pero es una figura que en clase había intentado sólo un par de veces, a pesar de que no es muy complicada. Lo que pasa es que al principio es insufriblemente dolorosa. Te quema y duele el entremuslo que lo flipas. Luego, con el tiempo, a muchas les deja de doler. A otras no, y se apañan como pueden. Bueno, pues allí en el campo, es la figura que mejor saqué por mí misma. Cuando llegué no sabía hacerla (porque una cosa es en clase, mientras la profesora te ayuda, y otra es pillarle el punto de verdad) y cuando me fui, más o menos me salía. Aún me cuesta. La hago, pero no le tengo pillado el punto. Eso sí, este momento fue glorioso para mí. Creo que se nota :D



Esta es Timba, la perra de mi hermano. No paraba de rondar por ahí y es que quería probarlo. 
Como veis, el suelo, hasta que busquemos una solución, es bastante rudimentario. Es una valentía girar descalza ahí porque te puedes rebanar un dedillo con la junta de una baldosa, así que usaba deportivas o al menos calcetines, excepto cuando ya me ponía acrobática que me descalzaba.

Ah, fueron unos días sensacionales. Luego tocó volver a Madrid, a currar, y a las clases. Como había estado fuera casi toda la primera quincena, lo que hice fue un intensivo a mi vuelta. La tercera semana de agosto fui a cuatro clases (lo que suelo hacer en un mes) con una profesora nueva, Ka Grillet, que es una grandísima profesora.  Nos dio muchísima caña en acrobacias y una de las figuras que aprendí fue esta, que no nos dijo el nombre pero yo la llamé El Garabato. 



Le tengo mucho, mucho cariño a esta figura por dos razones: una es que me parece enrevesada, estéticamente desconcertante. Pero la principal, es que me salió a la primera. Oh yeah, eso nunca pasa. 

Dos cosas que noté en agosto:

-Mis empeines deformes, de antibailarina, mis Antiempeines (que son algo así, habrán imaginao, como lo que es el Anticristo a Cristo) han comenzado a mejorar. Algo que creí imposible. No es que estén bonitos, creo que nunca serán bonitos, pero a base de mucho empeño han mejorado un poco. Lo cual es muchísimo. 

-Mis hombros. Hace un par de meses que vengo notando eso: Me falta fuerza en los hombros. Hay figuras que me ayuda a hacer la profesora, que noto que mis piernas, abdominales y brazos pueden con ello, pero que mis hombros están a punto de chascar. También creo que me limita a la hora de los giros. Necesito ganar fuerza en los hombros y oh, me parece que voy a tener que hacer ejercicio extra. 

Eso te hace el pole: No quieres fortalecer tu cuerpo porque sí. Es por y para la barra. La barra es el fin. Ponerse fuerte es el medio. Nunca me hubiera dado por pensar en mis hombros, ni en mejorarlos. Eso te hace la barra. Es bonito. 

Así que ya estamos casi al día. La próxima entrada hablará de lo que estoy haciendo en septiembre, que trae una gran novedad: voy a tomar clases de telas aéreas. Tengo muchísimas ganas. Será volar de otra manera. Y nunca se me hubiera ocurrido apuntarme a clases de telas aéreas si no hubiera empezado a hacer pole dance. Es verdad que el pole te cambia. 

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